lunes, 23 de febrero de 2015

PELUQUERÍA UNISEX


Ángeles abre la peluquería por las mañanas de diez a dos. No siempre respeta los horarios porque para eso una es su jefa. El café de la mañana se lo trae Míchel, el dueño del bar de al lado. Por la tarde, Ángeles abre de cinco a ocho y es Domingo quien le lleva el cortado. Es el dueño  del bar del otro lado. A Ángeles no le gusta demasiado el café de las mañanas y prefiere el de la tarde que, además, es más barato. Su marido no entiende el porqué de tomarse un café mal sabroso y más caro pero su marido no entiende muchos porqués. Así que la vida de Ángeles va y viene entre cortes de pelos, tintes, y dos cafés que distan en sabor y precio. A pesar de ello, Ángeles es feliz acompañada de un marido preguntón para el que nunca tiene una buena respuesta.


Los ecos de mi trabajo traen a mis oídos frases memorables como “cambiar de peluquería no es una tragedia pero es un inconveniente”. Así que me dirijo a una boutique del cabello para que me corten el susodicho, que me incomoda bastante, dicho sea de paso. La elección para mí, es muy sencilla. La peluquería más cercana a casa siempre es la mejor. Luego descubro que no es así y me voy alejando de sucursal de tijeras conforme pasa el tiempo, hasta que me mudo de barrio y vuelta a empezar. Hoy me he cortado el pelo y no estoy especialmente contento con el estilismo. Eso sí, se me ven las orejas que ya es bastante.

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