martes, 17 de abril de 2012

SE ALQUILA ORO

El oro se convirtió en un valor refugio. Los medios de comunicación cacarearon a los cuatro vientos el resurgir de una moneda que nunca caduca. El empeño del dorado metal se transformó en el último recurso de algunas familias. Desde las arras de la boda de los abuelos hasta los ostentosos tesoros de los marqueses del barrio de Salamanca de cada ciudad. Éste que escribe, en su ingenuidad, también fantaseó en comprar mini lingotes con los que agasajar a la familia por sus onomásticas.

Alguien en el barrio debió pensar lo mismo y se aventuró a importar el modelo que triunfaba en las céntricas calles de la Puerta del Sol. El viejo comercio de la esquina cesó su actividad y en su lugar se publicitó un establecimiento de empeño. “Compro oro, mejor precio garantizado”. Quizás alguien picó en el reclamo, aunque no creo que fuesen muchos. El valor refugio, el negocio perfecto, también cesó en su actividad. El comercio de compro oro, ahora se alquila. Desconozco qué habrá sido del promotor. Puede que se haya percatado de que el verdadero oro, a día de hoy, es tener trabajo y, a ser posible, cobrando la nómina.

Por eso los bancos no paran de ofertar productos para los jubilados. A ellos, también por ahora, no les deja de visitar nuestra querida Santa Nómina. Paradójicamente, ellos son (hasta que no toquemos fondo) el puntal del país. Los que mantienen el consumo interno con lo que gastan de su pensión y con lo que ceden a sus hijos desempleados para que puedan vivir mientras pelean por conseguir un empleo. Un país próspero, sin trabajo pero con compra venta de oro.