martes, 12 de junio de 2018

CHIRINGUITO



Hay rocas lisas, esculpidas por el mar, en las que poner el pie es una caricia de salitre  y firmeza. Otras, en cambio, están plagadas de pequeños moluscos que raspan la piel como la piedra pómez. Pero las más peligrosas de todas son las que viven cubiertas de algas verdes y resbaladizas. Pisar una de ellas es un billete seguro al suelo.

Crecer sobre estas rocas es una fortuna. Deslizarse a cada rato como un saltimbanqui, sólo con un traje de baño por ropa y con la piel salada y tersa por el mar, la arena, el sol y la brisa. Las tardes se alargan eternas hasta la noche y los escarpones, pescados con la mano y un berberecho abierto, reposan en un cubo de juguete. Ansiosos por la llegada de la noche cuando serán  liberados.