viernes, 28 de octubre de 2011

GENTE QUE TAL VEZ CONOZCAS


Los días grises casi opacos, es complicado teclear con sentido y conseguir entrelazar palabras con coherencia. La mente se despista hacia cualquier absurdo objeto o pensamiento, sin pedir permiso. El maldito folio en blanco, que no deja de ser un conjunto de puntos lumínicos que en el cerebro son reconocidos como un folio en blanco digital, se convierte en un enemigo inquebrantable y orgulloso.

Ante tal tesitura, la navegación resulta ser el único antídoto. Hay quien puede surcar mares reales, como Pérez Reverte, y zarpar en un bote al encuentro de espadachines, aventureros y héroes del Siglo de Oro. Otros, más humildes, han de zarpar sobre cables de telefonía y conexiones inalámbricas para buscar motivos en el mar de Internet. Ahí entra en juego el Facebook, “gente que tal vez conozcas”, donde se puede hurgar en la cotidianeidad de desconocidos para construir esas historias.

Uno se encuentra con las fotografías de un cuento que cuenta que una chica de Madrid viajó al sur, se encontró su nombre escrito al otro lado del mar, se bañó en una cascada eterna, se enamoró de un hombre negro de color negro, comió y bebió de su mano, se dejó hacer trenzas en el pelo y regresó nostálgica para siempre a su vida de siempre que nunca sería como entonces.

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