Aquel bulldog francés era un follador de la pradera. Montaba pelotas, piernas de personas, sillas de mimbre, gatos dóciles, garrafas de lejía y cualquier cosa que no excediese de su altura a la cruz. Pese a tener un fuelle por pulmones y sufrir un infarto en cada monta, el can no cejaba en su empeño reproductor y acometía como una bestia contra todo aquello que se le pusiese por delante. Sus dueños vieron en él un semental en potencia y adquirieron una hembra con quien el perro pudiese desfogarse. La perra maduró pero el bulldog no le prestaba mucha atención. Los dueños, extrañados, no quisieron darle importancia al asunto y pasó el primer celo y pasó la romería.
Este episodio no truncó la fama de fertilizador de nuestro protagonista y su solera cruzó las vallas que servían de frontera. Unos vecinos reclamaron sus servicios y, tras una copiosa cena bajo la pérgola de laricio ruso, se selló el acuerdo entre propietarios y pretendientes. El bulldog se ausentó de su hogar para campar a sus anchas en casa de una nueva hembra. Las noticias fueron llegando del otro lado de la valla y, efectivamente, el furor persistía pero sólo con materiales artificiales y nunca con quien debía emplearse a fondo. Ahora sí, propios y extraños no entendía el comportamiento del supuesto semental que tanto estaba defraudando.
Tras un mes de infructuosa convivencia el perro regresó a casa. Esta vez no hubo cena bajo la pérgola de laricio ruso y un simple apretón de manos bastó como despedida. La decepción era el estado de ánimo generalizado para todos excepto para el falso semental y la hembra de bulldog francés. Su reencuentro fue de lo más emotivo y justificó el porqué de lo ocurrido durante el mes anterior. Aquellos perros se habían enamorado y el macho se había negado a cumplir su natural papel. Pocos meses después de volver a verse nació la primera camada, tras el segundo celo. El macho recuperó sus galones pero cambió su fama, ya no era un semental, ahora era un perro fiel.
Samaniego, Esopo, Cavodevila.
ResponderEliminarBuenísima, Vincent.
¡Cabo, Cabo!
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