Hay un amigo, con el que tengo una paciencia infinita, que sostiene que ZZ Top son judíos y que la pizza nació en Brooklyn. La primera vez que me lo hizo saber, mostré cara de extrañeza e intenté rebatirle. Con él es inútil, es capaz de defender el argumento más peregrino con razones absurdas con tal de no dar el brazo a torcer (y tiene un brazo como una pierna). Con el tiempo he aprendido que no merece la pena discutir con él e intento cambiar de tema aunque, a veces, me cueste.
¿Por qué somos tan tercos? ¿Por qué siempre queremos llevar la razón? ¿Por qué una señora de sesenta y cuatro años y la vida resuelta se siente indignada cuando no la dejan hablar? Nos cuesta escuchar a alguien que no sea uno mismo. Nos encanta oírnos porque nos sentimos más importantes y, a día de hoy, es tan difícil sentirse importante. Al menos aquí nadie me interrumpe cuando hablo, sólo la batería del ordenador cuando se agota (de escucharme, supongo).
¿Por qué somos tan tercos? ¿Por qué siempre queremos llevar la razón? ¿Por qué una señora de sesenta y cuatro años y la vida resuelta se siente indignada cuando no la dejan hablar? Nos cuesta escuchar a alguien que no sea uno mismo. Nos encanta oírnos porque nos sentimos más importantes y, a día de hoy, es tan difícil sentirse importante. Al menos aquí nadie me interrumpe cuando hablo, sólo la batería del ordenador cuando se agota (de escucharme, supongo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario